Entre las 12 del día y las 12 de la noche.
Son esos estados que te
dicen que hacer, estás tú loco o todo es un chiste malo que te contó alguien
que ni conoces, todos ríen menos tú, es malísimo. ¿Por qué se reirán? ¿Por qué
solo responden a sus voluntades como una termita que carcome la buena madera
que solíamos ser? Te deteriora el impulso, y contestas con palabras igual difíciles
de descifrar, en unas lágrimas que se hicieron mares, y por ellas surca mi
velero, palabras igual. No me determino solamente en mi tristeza, me doy
verdades a mero pulso propio, y eso me hace lo que he sido ser ahora,
hoy, punto. Luego, veremos cómo cae la lluvia ácida, derretirá los cerebros que
erosionaron la idea moderna de creer, comulgaran su respeto por interés. Que unos
me antecedieron no significa que deba negarme a las posibilidades, no significa
tampoco creer en algo, es la determinación que solo nos damos por gusto. Estamos
de acuerdo en descifrar el enigma, que existe la idea de que todos los caminos
nos condenan. No significa que esté mal, o bien, la moral determina solo a los
justos, dime que la balanza no te pesa cargarla.
Veo que solo han sido
instantes, una fotografía, unas cuantas palabras que se juntaron y dieron
rienda suelta a la realidad que nunca se piensa como termina siendo.
Hoy me veo ingenuo, otro transeúnte
entre multitudes que existen por algo. No tengo las respuestas, solo las
palabras que junto para dignificar una historia, eso de ser poeta solo fue
porque el alma no tuvo cómo salirse del cuerpo, lo demás una imaginación y
catarsis de la melancolía ponzoñosa de un esperanzado, construyendo muros de
tierra florecida, frutal dulce. Ácido en los desiertos, solo yo me doy el gusto
de atormentarme, el apasionado por lo que cree. Es manchar el papel con tu vómito
y saborearte instintivamente al pasar saliva, viéndote turbio en el agua, pero
solo eres el ebrio que está negociando su suerte en el baño.
Competir aclara las
intenciones, mi amor es dueño de lo que extraña, mi amor es dueño de su circo,
mi amor paga la boleta a cuotas de su propio ridículo. Mi amor sigue en deuda,
mi amor dibuja sobre la piel de los cielos porque estoy muerto en los brazos de
alguien. No soy aquello que tú imaginas, soy peor, solo quiero dar buena impresión,
pero termino solo siendo yo, el pedazo que se amparó de sus deseos, a veces el
cobarde de los cómodos silencios prolongables, meditando la desazón en la nada
que mi mirada divisa en un cigarro que se apaga, que se aplasta.
Desarticulo mi mediocridad,
la tomo como punto, no final, no de referencia, no inflexión, no a favor, ni en
contra, solo un pequeño mugre en el ojo del vacío, solo eso.
Mario
Alberto Bermúdez
Poeta, Estudiante y fotógrafo
mental de momentos olvidables.
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